Badostáin, la historia continúa.
El curandero Domingo Gallego
Hacia 1630 residía en Peralta en curandero, llamado Domingo Gallego, analfabeto como la mayor parte de sus compañeros de profesión, que decían que era “herbolario” y que tenía “ciencia infusa”.
Uno de los que se pusieron en sus manos –ya casi in extremis- fue el rector de Badostáin, a quién aseguró muy convencido “que Dios le había venido a ver”. Después de aplicarle sus ungüentos, el pobre se le murió entre las manos sin recibir los sacramentos y los vecinos “le quisieron apedrear y dar al diablo”.
(del libro Rincones de la historia de Navarra, de Florencio Idoate)