Badostáin, la historia continúa.
El cura contra Napoleón
A comienzos del siglo XIX el cura de Badostáin Andrés Martín, se convirtió en icono de la resistencia de la invasión francesa.
Andrés Martín ocupó el puesto de Abad de Badostáin entre 1802 y 1820. En su época se instaló el reloj de la iglesia. Este costó 2.550 reales. Se pagaron además otros 5.735 reales en obras de la iglesia, casa abacial y el granero capitel para el reloj. En 1815 vemos cómo Badostáin también vende diversos objetos de la iglesia, entre los que se menciona una campana,
para atender las urgencias de aquella estación.
Igualmente aparece en 1815 el entierro en la iglesia de un capitán portugués que murió a resultas de un ataque. Desconocemos más detalles del asunto ya que la guerra acabó en 1813. Quizás los gastos se refieren a la sepultura anterior.
Pero en realidad éste controvertido cura pasó a la historia por su papel ante la invasión napoleónicas entre 1808 y 1813.
Al entrar los franceses, se requieren impuestos extraordinarios para alimentar a las tropas. A las autoridades del valle del Roncal, en concreto, les pedían 50 cabezas de vacuno. En una carta del cura de Badostáin a las autoridades roncalesas les recomendaba que hagan oídos sordos y dar largas como lo habían hecho ya en otras localidades.
Jimeno Jurío, en uno de sus textos lo considera “cura de lo más integrista entre el clero integrista navarro”. Dice que la proclamación de la constitución de Cádiz fue el grito de guerra y que renunció a la parroquia y se traslado a la de su pueblo natal Uztarroz.
Cuando comenzó la guerrilla a actuar contra las tropas invasoras los gobernadores franceses procedieron con una dura represión contra la población civil. En el libro “historia breve de Navarra” leemos lo que escribió Andrés Martín relatando la dramática vivencia de los vecinos de Pamplona. “Si salen por las calles oyen los ayes lastimeros de sus amigos conducidos a las cárceles y al suplicio; si huyen de la ciudad, ven una horca elevada en que penden los inocentes españoles; si bajan a tierra los ojos compasivos, ven el suelo empapado en la sangre de sus hermanos y parientes; si claman contra el tirano, ven al furioso Mendiry (jefe de la policía) que les amenaza con la muerte; no se oyen otras voces que la prisión, el destierro y el degüello de los hombres más honrados; y en tan terrible situación no hay lugar ni licencia para el desahogo. Una simple queja, una ojeada de compasión, eran delitos suficientes para el destierro, para el suplicio. Las gentes de humor pierden su alegría, dejan las concurrencias, se privan de la amistad y se entregan al silencio y al dolor”.
No sabemos aún cómo compaginó su labor en el pueblo con sus otras aficiones pero aparece después como capellán y cronista de la división navarra.
Andrés escribió posteriormente la “Historia de los sucesos militares de la división navarra y demás acontecimientos de este Reyno durante la última guerra contra el tirano Napoleón”.
Espoz y Mina dirigió la“división Navarra” en la que Andrés Martín era su cronista.
Una vez acabada la guerra, Andrés escribiría “Historia de los sucesos militares de la división navarra y demás acontecimientos de este Reyno durante la última guerra contra el tirano Napoleón”.